19.4.08

Pavo a la Cacerola


La verdad es que me quedó tan rico, que por eso lo comparto.
El sábado pasado fui a la feria como intento hacerlo todos los sábados. Para ahorrarme pega durante la semana, preparé algunas cosas sin tener certeza de qué comeríamos exactamente. Así que asé cuatro berenjenas en el horno; cocí las espinacas y el brócoli y guardé el caldo de ambas para tomar sopa natural en la semana; luego piqué la albahaca, el cilantro y el ciboulette, y las guardé en frascos separados con aceite de oliva y sal.
El día martes, cuando se acabaron los crespos a la bolgnesa que preparó el Jaime el domingo, decidí hacer pavo a la cacerola. Consultadas algunas fuentes, orales y cibernéticas, llegamos a la conclusión de que lo básico era sofreirlo con condimentos a elección y luego cocerlo durante 20 minutos en la olla a presión. Entonces agarré lo que tenía a mano: una cebolla, dos pimentones, tres dientes de ajo, comino y laurel, y lo sofreí todo junto, corté el pavo en trozos medianos y lo agregue cuando la cebolla ya tenía un par de minutos friéndose. Recordé el consejo de una tía que recomendaba agregar algo ácido para que la carne libere más jugo. Así que agarré una taza de vinagre de vino blanco, le puse dos cucharaditas de azúcar para suavizarla y la agregué al menjunje. Al final, vertí el caldo que había reservado de las espinacas y el brócoli, y le sumé papas cortadas en cubos medianos. Esto se coció en la olla a presión por 20 minutos tal como se había concertado. Cuando pasó el tiempo, apagué el fuego y agregué las hojas de espinacas y el brócoli previamente cocido. Y al probarlo, me derretí. Viene de cerca la recomendación, pero hace tiempo no comía un guiso tan bueno.

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